El agua de tu grifo sabe peor, el equipo hace más ruido y el depósito tarda una eternidad en llenarse. Son señales claras de que la membrana y los posfiltros de tu ósmosis inversa necesitan atención urgente. Un simple descuido en el mantenimiento de membranas puede convertir un agua limpia y ligera en un agua de sabor dudoso y con más sales de lo esperado.

Cuidar bien la membrana y el cambio de posfiltros no es solo una cuestión de sabor. También protege la salud de tu familia, alarga la vida del equipo y evita averías costosas. Con unas pocas rutinas claras podrás mantener la calidad del agua estable y saber cuándo ha llegado el momento de sustituir cada pieza.

En las próximas líneas verás qué función tiene cada componente, qué síntomas indican desgaste y qué calendario básico seguir para que tu ósmosis doméstica funcione como el primer día. El objetivo es que puedas tomar decisiones con seguridad, sin depender solo de la intuición o de la etiqueta del recambio.

Con una guía práctica y concreta sobre membranas y posfiltros, tendrás claro qué revisar, cada cuánto hacerlo y cómo evitar errores típicos que estropean el equipo antes de tiempo. Así aprovecharás al máximo tu sistema de ósmosis inversa y beberás agua con la tranquilidad de saber que está bien filtrada.

Por qué el mantenimiento de la ósmosis inversa no es opcional

Un equipo de ósmosis instalado bajo el fregadero parece sencillo: abres el grifo y sale agua filtrada. Pero detrás de ese gesto diario hay filtros, cartuchos y una membrana que trabajan de forma continua. Sin un buen mantenimiento de membranas y un cambio de posfiltros a tiempo, esa agua deja de tener la calidad del agua que esperas, aunque a simple vista parezca limpia.

La mayoría de usuarios se interesa por la ósmosis para dejar de cargar garrafas, ahorrar y beber agua con mejor sabor. La intención real cuando buscan cómo cuidar el equipo es clara: entender qué piezas hay que revisar, cada cuánto tiempo hacerlo y cómo evitar averías. Es decir, quieren una guía práctica para el mantenimiento de membranas y el cambio de posfiltros que asegure una buena calidad del agua sin complicaciones.

La ósmosis funciona bien… solo si la cuidas

La membrana de ósmosis es el corazón del sistema. Se encarga de retener sales, metales pesados y muchas otras impurezas. Si no se hace un mantenimiento de membranas adecuado, esa barrera se va saturando y el agua empieza a salir con más sales disueltas, incluso aunque el equipo siga llenando el depósito con normalidad. El usuario nota primero pequeños cambios de sabor, pero en realidad la calidad del agua ya ha empezado a empeorar.

Algo parecido ocurre con los posfiltros. Después de pasar por la membrana, el agua atraviesa un cartucho que afina el sabor y elimina restos de olores. Si se retrasa en exceso el cambio de posfiltros, el agua puede adquirir gusto “raro” o a plástico, y el equipo deja de cumplir la promesa de ofrecer una calidad del agua agradable para beber y cocinar.

Qué busca realmente el usuario cuando habla de mantenimiento

Cuando alguien se informa sobre mantenimiento de membranas de ósmosis inversa en casa, suele tener tres preocupaciones: que el agua sea segura, que tenga buen sabor y que el equipo no se rompa antes de tiempo. Por eso, la intención de búsqueda se centra en saber qué tareas mínimas hay que hacer, cómo comprobar el estado de la membrana y cuándo corresponde el cambio de posfiltros para no perder calidad del agua.

En la práctica, esto se traduce en dudas muy concretas: ¿cuántos años dura una membrana, ¿es normal que el equipo tarde más en llenar el depósito, ¿cada cuánto hay que cambiar el posfiltro de carbón? Un plan básico de mantenimiento de membranas y posfiltros responde a estas preguntas y permite anticiparse a los problemas antes de que se conviertan en averías costosas.

Errores habituales cuando no se ve la ósmosis como un equipo más del hogar

Uno de los errores más frecuentes es tratar la ósmosis como un “filtro eterno”. Se instala, funciona bien al principio y se olvida durante años. Sin revisiones, la membrana trabaja forzada, los prefiltros se saturan y se pospone el cambio de posfiltros mucho más allá de lo recomendable. El resultado es doble: se deteriora la calidad del agua y se acorta mucho la vida útil de la membrana.

Otro problema común es fiarse solo de la apariencia del agua. Como sale transparente, el usuario piensa que el mantenimiento de membranas puede esperar, o que el posfiltro sigue en buen estado. Sin embargo, muchas variaciones en la calidad del agua no se ven, solo se detectan con medidores o por cambios sutiles en el sabor. Alargar el cambio de posfiltros por encima de lo recomendado suele ser el primer paso hacia una membrana sobrecargada.

Riesgos de no hacer mantenimiento: más allá del sabor

No cuidar la ósmosis inversa no solo afecta al sabor. Una membrana saturada puede dejar pasar más sólidos disueltos de lo que debería, de modo que la calidad del agua se aleja de lo que esperabas cuando instalaste el equipo. Además, una membrana que trabaja forzada genera más rechazo de agua, es decir, más desperdicio y más consumo.

Si tampoco se respeta el cambio de posfiltros, se corre el riesgo de que el cartucho pierda efectividad y empiece incluso a soltar partículas o compuestos que alteran el olor. Esta falta de mantenimiento de membranas y filtros termina afectando a válvulas, tubos y depósitos, aumentando la probabilidad de averías, fugas o ruidos extraños que obligan a recurrir a reparaciones más caras.

Entender todo esto ayuda a ver la ósmosis como lo que es: un equipo técnico más del hogar, similar a una caldera o un aire acondicionado, que requiere un plan mínimo de revisiones. Cuidar la membrana y programar el cambio de posfiltros a tiempo no es un extra, es la única manera de asegurar una buena calidad del agua y mantener el sistema funcionando de forma eficiente durante años.

Componentes clave: membrana, prefiltros y posfiltros explicados

Un equipo de ósmosis inversa no es solo una “caja de filtros”. Cada componente tiene una función muy concreta para garantizar una buena calidad del agua. Entender qué hace cada pieza y cuánto dura ayuda a decidir cuándo cambiarla y qué síntomas vigilar.

verás una comparativa de los elementos principales: prefiltros, membrana de ósmosis, posfiltro de carbón y, en muchos equipos, un cartucho remineralizador. La idea es que puedas identificar de un vistazo su función, su vida útil y qué puede pasar si se olvidan los cambios.

Componente Función principal Vida útil orientativa* Síntomas de desgaste Riesgos de no sustituirlo
Prefiltros (sedimentos y carbón) Retener partículas, arena, óxidos y eliminar buena parte del cloro antes de la membrana. 6–12 meses según consumo y calidad del agua de red. Pérdida de caudal, ruidos en el equipo, llenado más lento del depósito. Colmatación rápida de la membrana, paso de cloro, averías prematuras y agua con peor sabor.
Membrana de ósmosis inversa Retener la mayoría de sales, metales pesados, nitratos y otros contaminantes disueltos. 2–5 años, muy dependiente del mantenimiento de prefiltros y de la presión. Aumento de TDS, agua menos ligera, llenado muy lento o continuo del depósito. Pérdida de capacidad de filtración, agua con exceso de sales y más riesgo de averías internas.
Posfiltro de carbón activado Pulir el sabor y olor del agua justo antes del grifo, eliminando restos orgánicos. 12–24 meses, según litros consumidos y calidad previa del agua osmotizada. Cambio de sabor u olor, agua “plana”, a veces con regusto a plástico o a viejo. Agua con mal sabor, posible proliferación bacteriana interna y rechazo del uso del equipo.
Cartucho remineralizador (si lo lleva) Aportar minerales (calcio, magnesio, etc. ) para mejorar sabor y equilibrar el pH. 12–24 meses, en función del diseño y del consumo diario. Agua demasiado “blanda” o insípida, variaciones de pH, ligera pérdida de frescor. Desajuste de mineralización, sabor poco agradable y posible liberación de finos de mineral al final de su vida.

Como ves, los prefiltros y el posfiltro de carbón son las piezas que antes se agotan, porque están en contacto directo y constante con el agua que circula por el equipo. Aunque sean relativamente económicos, olvidarse de ellos puede acortar mucho la vida de la membrana, que es la parte más delicada y cara de un sistema de ósmosis inversa.

La membrana de ósmosis suele tener una vida útil más larga, pero solo si se respetan los cambios periódicos de los demás cartuchos y se vigilan los síntomas de desgaste. Cumplir los plazos de sustitución no solo mejora la calidad del agua que bebes, también reduce el riesgo de averías costosas y mantiene el rendimiento del equipo en niveles óptimos durante más años.

Calendario de mantenimiento de membranas y posfiltros en casa

Para que tu equipo de ósmosis inversa funcione bien durante años, conviene seguir un calendario sencillo y constante. No es rígido: puedes adaptar los tiempos según la calidad del agua de tu zona y el consumo de tu hogar, pero tener una guía clara evita olvidos y averías caras.

Este plan de mantenimiento se centra en la frecuencia de cambio de membrana, el mantenimiento de posfiltros y las tareas básicas de limpieza y revisión ósmosis que cualquier usuario responsable debería tener presentes.

  • Revisión visual mensual: una vez al mes, abre el mueble y revisa conexiones, tubos y portafiltros. Comprueba que no haya gotas, humedades ni piezas forzadas; esta simple revisión ósmosis ayuda a detectar fugas antes de que dañen muebles o componentes internos.
  • Purgas periódicas del equipo: cada 1–2 meses, deja correr agua osmotizada durante varios minutos para renovar el contenido del depósito. Esta purga evita estancamientos, mejora el sabor del agua y reduce la acumulación de sedimentos finos en la membrana y los posfiltros.
  • Cambio de prefiltros cada 6–12 meses: los cartuchos de sedimentos y carbón activo se saturan rápido, sobre todo si el agua es dura o con mucho cloro. Respetar esta frecuencia protege la membrana de suciedad y cloro residual, alarga su vida útil y mantiene la presión interna del sistema en valores adecuados.
  • Frecuencia de cambio de membrana: 2–5 años: en un uso doméstico medio, la membrana suele durar entre dos y cinco años, según la calidad del agua y el mantenimiento previo de prefiltros. Si detectas aumento de TDS, llenado muy lento del depósito o caída clara de rendimiento, adelanta el cambio aunque no haya llegado la fecha orientativa.
  • Mantenimiento posfiltros: cambio cada 12 meses: el posfiltro de carbón y, si lo hay, el remineralizador se degradan con el tiempo y afectan directamente al sabor del agua. Renovarlos una vez al año evita sabores terrosos, olores raros y la liberación de partículas de carbón al circuito.
  • Desinfección del circuito cada 12–18 meses: al menos una vez al año conviene desinfectar el interior del equipo, depósito incluido, con productos específicos recomendados por el fabricante. Esta tarea reduce la formación de biopelículas y bacterias, y es especialmente importante si el equipo ha estado parado varias semanas.
  • Revisión de presión y restrictor anualmente: una vez al año comprueba la presión de entrada (o pide que la revise un técnico) y el estado del restrictor de flujo. Una baja presión o un restrictor obstruido fuerzan a la membrana, reducen el caudal de agua osmotizada y aceleran el desgaste de todos los filtros.
  • Control de TDS cada 2–3 meses: usar un medidor de sólidos disueltos (TDS) de forma periódica te permite ver si la membrana sigue filtrando bien. Anotar los valores te ayuda a anticipar la frecuencia de cambio de membrana y a detectar cuándo un posfiltro ya no está haciendo su trabajo como debería.
  • Revisión ósmosis por servicio técnico cada 1–2 años: aunque hagas el mantenimiento básico, una revisión profesional periódica es muy recomendable. El técnico comprueba presiones, caudales, estado real de membrana y posfiltros, posibles microfugas y si la instalación sigue siendo segura para tu cocina.
  • Registro de fechas y repuestos: anota en una pegatina o en una libreta las fechas de cambio de prefiltros, membrana y posfiltros. Este hábito simple evita alargar en exceso los intervalos y te ayuda a comprar con tiempo los recambios correctos, sin improvisar.

Seguir este calendario orientativo reduce averías, mantiene estable la calidad del agua y mejora de forma notable el sabor. Además, al cuidar la frecuencia de cambio de membrana y el mantenimiento posfiltros, alargas la vida de tu equipo y evitas gastos imprevistos en reparaciones o sustituciones completas.

Con una rutina clara y anotada, tu ósmosis inversa se convierte en un equipo fiable del día a día, igual que la caldera o el aire acondicionado, y tú ganas tranquilidad sabiendo que el agua que bebes se mantiene siempre en buenas condiciones.

Síntomas de fallo en membranas y posfiltros de ósmosis inversa

Síntomas leves: primeras señales de aviso

El primer signo de que algo no va bien suele ser un cambio de sabor del agua. Si notas que el agua sabe más “plana”, con un toque salado, metálico o incluso a cloro, puede indicar que la membrana está colmatada o que el posfiltro de carbón está agotado. La membrana deja pasar más sales de lo normal, y el posfiltro ya no corrige olores y sabores.

Un segundo aviso frecuente es el cambio de olor del agua. Un ligero olor a cerrado, plástico o cloro suele apuntar a un posfiltro viejo o a prefiltros saturados que ya no retienen bien compuestos orgánicos. No es un síntoma tan alarmante como el agua turbia, pero indica que el mantenimiento de membranas y posfiltros se está retrasando.

Si utilizas un medidor, verás también el aumento de TDS (sólidos disueltos totales). Cuando los valores suben poco a poco, aun notando que el agua sigue transparente, suele ser un problema de membrana sucia o incrustada. Con el tiempo, la suciedad, las incrustaciones de cal y, sobre todo, el cloro que no se ha eliminado bien en los prefiltros van dañando la superficie filtrante.

La membrana deja de filtrar correctamente por tres motivos principales: partículas en suspensión que la taponan, incrustaciones de cal que se adhieren a sus poros y cloro sin eliminar que degrada el material. Cuando esto ocurre, la relación entre agua filtrada y rechazada empeora y el TDS del agua de consumo sube, aunque a simple vista parezca limpia.

Otro síntoma leve, pero importante, es el llenado lento del depósito. Si el equipo tarda mucho más que antes en completar el tanque, puede deberse a prefiltros saturados que reducen el caudal hacia la membrana o a una membrana parcialmente colmatada. En ambos casos, el sistema funciona forzado, consume más agua de rechazo y se desgasta antes.

Síntomas de urgencia: cuándo actuar de inmediato

Cuando el agua sale con aspecto turbio o con pequeñas partículas, estamos ante un síntoma de urgencia. Esto puede indicar un fallo grave de la membrana, prefiltros totalmente saturados o algún problema interno en el depósito. En esta situación, lo más prudente es dejar de consumir el agua de ósmosis hasta revisar el equipo o solicitar una revisión profesional.

Las fugas de agua alrededor del equipo, la base del mueble o cerca de las conexiones también son signos que no conviene ignorar. A veces se deben simplemente a una junta mal asentada tras un cambio de filtros, pero en otras ocasiones se relacionan con sobrecarga de presión provocada por conductos obstruidos o membranas muy sucias. Además del riesgo de daños en muebles, una fuga puede favorecer la entrada de aire y suciedad al circuito.

Los ruidos extraños durante el funcionamiento —golpeteos, silbidos o vibraciones continuas— suelen estar asociados a aire en las tuberías, pasos de agua estrangulados por prefiltros saturados o válvulas que trabajan al límite porque la membrana no deja pasar caudal suficiente. Si el ruido aparece justo después de un mantenimiento, es posible que falte una correcta purga del sistema.

Un error típico es alargar demasiado el cambio de filtros, confiando solo en que el agua “se ve bien”. Aunque no haya olor fuerte ni color extraño, los posfiltros agotados dejan de mejorar el sabor, y la membrana puede estar dejando pasar más contaminantes de los deseables. Visualmente el agua parece correcta, pero los TDS y otras sustancias disueltas pueden estar por encima de lo recomendable.

También conviene prestar atención a la combinación de síntomas. Por ejemplo, agua con mal sabor, TDS altos y llenado muy lento suele apuntar a un problema conjunto: prefiltros sucios que no protegen bien, membrana muy castigada por suciedad o cloro, y un posfiltro de carbón al final de su vida útil. En esos casos, lo sensato suele ser planificar un cambio completo de filtros y valorar el estado real de la membrana.

Por último, si notas que el equipo arranca y se detiene con mucha frecuencia, o que el grifo de ósmosis pierde presión de forma intermitente, puede haber un problema de presión insuficiente agravado por filtros saturados. Forzar la bomba o las válvulas en estas condiciones acorta la vida útil de todo el sistema y encarece futuras reparaciones.

Identificar a tiempo estos síntomas de fallo en membranas y posfiltros te permite actuar antes de que la avería sea seria. Vigilar sabor, olor, TDS, caudal y ruidos del equipo es parte del mantenimiento básico de una ósmosis doméstica y ayuda a mantener una calidad del agua constante y segura para tu hogar.

Factores que acortan la vida útil de membranas y posfiltros

Errores frecuentes al hacer el mantenimiento de la ósmosis inversa

Muchos fallos en equipos de ósmosis inversa no se deben a la máquina en sí, sino a mantenimientos mal hechos en membranas y posfiltros. Conocer los errores más habituales te ayuda a evitarlos y a alargar la vida del equipo sin poner en riesgo la calidad del agua.

  1. Usar filtros no compatibles o de baja calidad. Instalar recambios genéricos sin revisar especificaciones puede reducir el rendimiento de la membrana y del equipo. Lo ideal es usar filtros compatibles con tu modelo y certificados para uso alimentario.
  2. Retrasar el cambio de posfiltros “porque el agua aún sabe bien”. Alargar demasiado el uso de un posfiltro de carbón hace que pierda eficacia sin que siempre lo notes al momento. Respeta los intervalos de cambio recomendados por el fabricante aunque no percibas un cambio de sabor u olor.
  3. Olvidar purgar el sistema tras cambiar membranas y filtros. Si no purgas, los restos de carbón suelto y aire quedarán en el circuito y en el depósito, afectando al sabor y pudiendo obstruir componentes. Después de cada cambio, deja correr agua el tiempo indicado hasta que salga limpia y sin burbujas.
  4. No desinfectar el circuito durante el mantenimiento. Cambiar filtros sin una desinfección básica permite que bacterias y biofilm sigan en tubos y depósito. Aprovecha los cambios importantes (como el de membrana) para hacer una desinfección siguiendo un protocolo seguro o con ayuda profesional.
  5. Manipular la membrana con las manos sucias o sin guantes. Tocar las bocas de entrada y salida de la membrana introduce suciedad y microorganismos que acortan su vida útil. Lávate bien las manos, usa guantes limpios y evita apoyar la membrana en superficies contaminadas mientras la instalas.
  6. No revisar juntas, racores y tubos al volver a montar el equipo. Un racor mal encajado o una junta dañada puede provocar fugas lentas que no se ven al momento. Tras el mantenimiento, comprueba visualmente todos los puntos de unión y deja el equipo trabajando unos minutos mientras revisas si aparece humedad.
  7. Ignorar el medidor de TDS o no usarlo nunca. Trabajar “a ojo” sin controlar los sólidos disueltos hace que no detectes a tiempo una membrana agotada. Anota el TDS de referencia cuando el equipo es nuevo y compara cada cierto tiempo para saber cuándo la membrana ya no está rindiendo bien.
  8. Montar los filtros en el orden incorrecto. Confundir la entrada y la salida o invertir prefiltros y posfiltros altera todo el proceso de filtración. Antes de desmontar, haz fotos y sigue el esquema del fabricante para asegurarte de que cada cartucho vuelve a su posición correcta.
  9. Ajustar la válvula de rechazo sin saber lo que haces. Cerrar demasiado el rechazo para “ahorrar agua” puede dañar la membrana por exceso de concentración de sales e incrustaciones. Si necesitas optimizar el rechazo, hazlo siguiendo las indicaciones técnicas o pide ayuda a un profesional.
  10. Dejar el equipo meses sin uso y luego beber directamente. Un sistema parado con agua estancada en filtros y depósito puede desarrollar mal sabor y carga bacteriana. Si ha estado inactivo, realiza una purga larga, valora desinfectar y, si han pasado muchos meses, plantéate cambiar filtros y posfiltros.

Si en algún momento no tienes claro cómo cambiar una membrana o un posfiltro, lo más seguro es recurrir a un servicio técnico especializado. Así evitas daños al equipo, fugas inesperadas y, sobre todo, posibles problemas en la calidad del agua que consumes a diario.

Ventajas de contar con servicio técnico para tu equipo de ósmosis

Contar con un servicio técnico de ósmosis profesional significa que tu equipo no se repara “a ojo”, sino con un diagnóstico preciso. Un técnico cualificado mide la calidad del agua, revisa la presión, comprueba la membrana y los posfiltros, y detecta fallos que a simple vista pasarían desapercibidos. Esto se traduce en menos averías, menos fugas y una seguridad del agua mucho más fiable para toda la familia.

Otra gran ventaja es el uso de repuestos adecuados. Un profesional selecciona membranas, prefiltros y posfiltros compatibles con tu modelo, evitando improvisaciones y piezas genéricas de baja calidad. De esta forma, el mantenimiento de membranas y el cambio de cartuchos se hace respetando caudales, presiones y certificaciones, alargando la vida útil del equipo y manteniendo estable la calidad del agua filtrada.

La desinfección interna del equipo es un punto crítico en el que un servicio técnico de ósmosis marca la diferencia. El técnico conoce los productos desinfectantes adecuados, las dosis y los tiempos de actuación, y sabe cómo purgar el sistema después para que no queden restos químicos. Así se evita la proliferación de bacterias en tuberías, depósitos y posfiltros, garantizando una mayor seguridad del agua que llega al grifo.

Planificar una revisión anual con profesionales también ayuda a llevar un control ordenado del mantenimiento. El técnico deja registradas las fechas de cambio de filtros y membranas, anota mediciones de TDS y presión, y te avisa de la próxima intervención recomendada. Ese seguimiento preventivo reduce el riesgo de fallos inesperados, mejora el sabor del agua y evita tener que sustituir el equipo antes de tiempo por falta de cuidado.

Además, integrar el servicio técnico de ósmosis en la rutina del hogar es sencillo si ya confías en especialistas para otros equipos, como calderas, aires acondicionados o electrodomésticos de cocina. De la misma manera que delegas la revisión de la caldera por seguridad, dejar en manos expertas el mantenimiento de membranas y posfiltros te ofrece tranquilidad, respaldo profesional y una garantía clara de que tu equipo de ósmosis funciona como debe, todos los días.

Próximos pasos para cuidar tu ósmosis y otros equipos del agua

Para cuidar de verdad tu equipo, conviene asumir tres rutinas sencillas: seguir un calendario de mantenimiento de membranas y posfiltros, vigilar los síntomas del día a día y anotar cada intervención que se haga en la instalación. Con esto tendrás controlada la calidad del agua y reducirás al mínimo las averías inesperadas.

El primer paso es fijar plazos realistas para el cambio de posfiltros, los prefiltros y la membrana de ósmosis, adaptados al uso de la vivienda y a la dureza del agua. Deja apuntado en un lugar visible cuándo se hizo cada cambio y la fecha orientativa del siguiente. Un simple registro en papel o en el móvil permite saber de un vistazo si estás respetando los tiempos o si has alargado demasiado un filtro.

El segundo pilar es la vigilancia de síntomas: cambios de sabor, ruido extraño al producir agua, llenado más lento del depósito o aumento del TDS son señales de que el mantenimiento de membranas y posfiltros ya no puede esperar. Tener claro este “checklist” te ayuda a decidir cuándo revisar el equipo antes de que un problema leve se convierta en una avería seria.

A partir de aquí, puedes ir dando pasos para completar el cuidado del resto de equipos que tratan el agua en casa. Temas como los filtros de carbón en electrodomésticos, el mantenimiento de descalcificadores domésticos o la relación entre cal y averías en lavadoras y calentadores encajan muy bien con la filosofía de prevenir en lugar de reparar. Cuanto mejor entiendas cómo circula y se trata el agua en tu hogar, más fácil será alargar la vida de todos los aparatos.

La idea final es simple: tu sistema de ósmosis inversa es un equipo más del hogar, igual de importante que una caldera o un aire acondicionado. Si le dedicas revisiones periódicas, cambios de filtros a tiempo y una mínima atención a los síntomas, ganarás en seguridad del agua, comodidad y ahorro a medio plazo.

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